Pantzo Hirigarai (Baigorri, Baja Navarra, 1957) es conocido por sus obras de teatro. Animador a Irulegiko Irratia durante mucho tiempo, los últimos tres años trabaja con temas de actualidad. Le gusta mucho hacer humor. Participaba junto a Kike Amonarriz en el ciclo Iparraldea Bertan! 2011.
Xan Aire : ¿En que contexto creciste?
Pantzo Hirigarai : Crecí en el caserío Intxaia del barrio Izpegiko Erreka de Baigorri. Nuestro padre era labrador, y la casa y la tierra en la que vivíamos no eran nuestras; estábamos de alquiler. Nuestra madre fue la que nos crió, ya que nuestro padre se encontraba trabajando fuera. Y comencé mis estudios en Baigorri, en el corazón de Baja Navarra.
¿Tuviste contacto con el euskera o con la cultura vasca?
Nada. Tengo que reconocer que hasta los 15 años no aprendí nada de euskera. Aunque fue mi lengua materna, nada más empezar en la escuela lo perdí. Entendía lo que decía la gente pero no era capaz de decir nada.
¿Cómo así?
En la escuela siempre hablábamos en francés. El euskera solo lo practicábamos con los adultos. De pronto, tuve una especie de revelación, un milagro. El primer año de la universidad conocí a gente que trabajaba alrededor del euskera en la Euskal Etxea de Pau y, tal y como dijo Xalbador, se me encendió la conciencia vasca. Conocí canciones que nunca antes había escuchado: Xabier Lete, Gorka Knörr, etc. Así me surgió la conciencia por la cultura vasca. Empecé a sentir hambre y sed por el euskera, y comencé a recuperar e introducirme en el mundo abertzale. Empecé a descubrir el pueblo que hasta entonces no había admirado y comencé a practicar el euskera de nuevo. Recuerdo haber leído en aquella época el libro Azken elurra, de Eñaut Etxamendi.
Pero no te detuviste en esa causa...
No, también tenía ganas de escribir en euskera, sentía la imaginación dentro de mi. Pero pensaba en francés. Gracias a la ayuda de Daniel Landarti entré en el grupo de teatro Xirrixti Mirrixti. Me dijeron que buscaban actores y yo me involucré inmediatamente. Temía no ser capaz de hacer nada. Tomé parte en la obra Nola jin, hala joan. Siempre recordaré mi primera intervención, no sé si alguna vez he sentido tanto miedo. Pero me encantó y seguí en el grupo alrededor de diez años más. En la década de los 90, mis compañeros de teatro me incitaron a escribir. En aquella época había pocos escritores y los grupos de teatro se centraban en obras clásicas de Larzabal. Así, creé India beltzak para Xirrixti Mirrixti en 1995.
¿Qué te ayudo a escribir?
Tengo que admitir que me ayudó a escribir la obra Antton eta Maria, que ofrecíamos en Irulegiko Irratia. Se me hacía más fácil escribir teatro para radio. Para el escenario, había autores más conocidos Landart, Larzabal, Monzon, etc. y no me atrevía a mezclarme con ellos. Y en la radio empecé a escribir Antton eta Maria junto a Marie-Agnes Gorostiague. A la gente le gustaba, así que decidimos seguir.
Trajiste el humor a la radio
No sé, pero hacer humor para radio se convirtió en mi marca: Antton eta Maria, Petzero, Gezur Flash, etc. He sido animador durante mucho tiempo, pero los últimos tres años he trabajado con temas de actualidad.
¿Cómo vives esa seriedad?
No es fácil. Muchas veces cuando estoy preparando una noticia, pienso en que podría hacer una parodia de lo que escribo. Pero no puedo, porque suelen ser noticias oficiales. Muchas veces, aunque sean fuentes oficiales, es difícil creer en lo que estás contando. Me siento frustrado por no poder reírme de este tipo de cosas.
Entonces, parodias como Gezur Flash son necesarias para ti.
Sí, claro, y no solo para mí. Las cosas no hay que tomarlas siempre en primer grado. Además, en las radios veo que hay poco humor. Necesitamos más espacios de humor de los que hay ahora. Con el humor pueden salir verdades que de otro modo no se contarían. Programas como Les Guignols son necesarios.
¿Cuando empezaréis con las imitaciones en la radio?
Cuando tengamos a los artistas necesarios. He ensayado para Gezur Flash y me han dicho que caracterizo muy bien a Moleres, el exobispo de Baiona. Hay muchos políticos que se podrían imitar fácilmente: Grenet, Lasserre, Barthélémy Aguerre, Maitia, etc. Si en alguna ocasión dejo de dar noticias, me gustaría hacer un programa de imitaciones.
Pronto volverás a los escenarios, junto a Kike Amonarriz.
Sí, como refleja el título de la obra Bidaso: biga so, Ipar Irriak eta Hego erak, estará basado en juegos de palabras. Trata sobre lo diferente que vemos las cosas a los dos lados del Bidasoa. Hemos partido de cómo ve uno al otro, jugando con los clichés. Nuestra base es una encuesta que realizó la Fundación de la Cultura Vasca en las calles de San Sebastián. Hay muchos tópicos: las pastorales, el surf, el frío, etc. Con eso, Kike y yo nos convertimos en investigadores, yo llego de la Sorbona y él de Deusto. Mostraremos nuestros resultados repletos de dosis de humor. Cada uno contará su experiencia llena de anécdotas que ha tenido en el otro lado.
Dices que en Hegoalde no se entienden los teatros que se hacen en Iparralde, ¿Tienes algo que decir al respecto?
Sí, eso es debido a los dialectos. He vivido esa frustración al ver que algunas cosas no cambian. Cuando en Iparralde había momentos en los que la gente se reía, en Hegoalde no los comprendían. Esas experiencias han sido negativas para mí.
¿Cual es tu relación con el humor?
Demasiado firme, siempre me asaltan las ganas de reír. En cualquier discurso o entrevista, siempre intento buscar el lado más humorístico, es una especie de obsesión. Necesito hacer reír a la gente y a mí mismo. Es una relación muy intensa.
¿Hay algo del que no se pueda reír?
De la situación del euskera. A veces se usa el humor para esconder el dolor y la pena. Pero la situación del euskera duele demasiado. En la radio eso lo vemos todos los días. Incluso hay que ayudar a los jóvenes para que comprendan mejor las cosas. Se han hecho muchas cosas para encender la conciencia, desde las radios, desde las ikastolas... No entiendo como la gente no tiene más interés. Es algo que no entiendo y me perturba.
Al final, ¿eres un payaso que intenta esconder su dolor mediante el humor?
Algunos no me van a creer si contesto que sí. Pero es verdad, sí. En mi interior soy bastante negativo sobre todo respecto a la condición vasca. ¡Pero el humor siempre me fortalece!