La diseñadora gráfica Maialen Maritxalar (1984, San Juan de Luz, Lapurdi) trabaja por su cuenta, aunque la compañía de teatro Elirale le ha pedido que se encargue de la estética en la obra de danza y teatro Niñika, un espectáculo que se ha estrenado en 2011. Para la artista el reto ha sido lograr que el espectador se sumerja en la magia.
Xan Aire : ¿Qué color, forma y materia utilizarías para presentar tu niñez?
Maialen Maritxalar : Era un ambiente euskaldun, muy familiar... en lo que respecta al color, igual rosa. Era bastante femenina. Y viví rodeada de mucha música. Mi madre canta en el grupo Oskarbi y mi padre es cantante y guitarrista. Ha tocado con Pantxoa eta Peio, entre otros, pero no ha trabajado demasiado por su cuenta. Es muy discreto y no es un vendedor muy bueno, pero, como músico es fantástico. Con todos esos ingredientes, se podría decir que he tenido una niñez de todos los colores, con formas redondas y suaves.
Vivíamos sumergidos en el mundo de la cultura, sobre todos rodeados de canto y danza. Con el teatro teníamos menos contacto, aunque a mi me encanta. Ahora disfruto mucho en la compañía Elirale, y creo que la gente del mundo del teatro es muy abierta. Me encanta esa libertad.
Y trabajas con libertad...
Ahora sí, aunque antes he trabajado como vendedora. En casa siempre han confiado en mí, y eso ayuda mucho y me ha ayudado mucho a mí.
Las ganas de tener calidad de vida poco a poco me han animado a ponerme por mi cuenta. De momento todo va bien; luego ya veremos, aunque, por lo menos, lo habré intentado. Me he dado cuenta de que he querido trabajar por mi cuenta desde siempre, y crear todo lo que pueda, aunque, al final, es el cliente el que tiene la última palabra.
A la hora de crear, ¿qué es lo que te inspira?
Cosas que pillo por Internet y los trabajos del resto: formas, colores, ideas buenas... ¡Los trabajos contemporáneos pueden ser increíbles!
No tengo ningún maestro en especial, pero busco la inspiración así. También me he metido un poco en el mundo de la tela, que es el ámbito en el que he desarrollado mis estudios. Tiene mucha importancia en mi trabajo, con el que soy muy crítica.
¿Cómo te llevas con la crítica?
Como casi todos los artistas, nunca me quedo demasiado contenta con mi trabajo. A mí me gusta criticar el trabajo del resto, aunque luego no me gusta que la gente de mi entorno critique el mío. ¡No son críticas constructivas! Teniendo en cuenta la cantidad de horas que has invertido, me gustaría escuchar en más ocasiones cosas como ''¡perfecto, sigue así!''. Como yo soy muy crítica conmigo misma, no tengo ganas de escuchar la opinión del esto, por si acaso. Pero, aún así, les tengo en cuenta.
¿Cómo empezaste a trabajar con la compañía EliralE?
Como he dicho, el mundo del teatro siempre me ha llamado. Fue Patxi Belly, de la Comunidad de Comunas de Hego Lapurdi el que me puso en contacto con Pantxika Teileria. Buscaban a alguien que desarrollara la estética para el espectáculo Otto. En un principio se quiso montar una exposición, pero al final he creado unos juegos. En todo lo que es teatro, hago juego con los niños. Y después he seguido con Elirale, desarrollando pequeños trabajos, encargándome de la web, organizando jornadas... Con los niños me lo paso genial, aunque a veces es difícil el papel de profesora.
Ahora con Niñika...
Sí, he empezado de la nada. Me pidieron hacer un primer trabajo sobre la estética de la obra, y cree un book, con juegos, imágenes, colores y buscando que fuera lúdico, para niños. Lo que más se ha trabajado son los trajes y la escenografía, y hay que buscar que sea práctica, sin llegar demasiado lejos. También hay que decir que es un trabajo en equipo. Luego, de acuerdo con el ambiente que queríamos crear, elegimos los colores principales: el blanco y el rojo.
Teníamos que representar las estaciones a través de los trajes: tenían mucho peso en invierno y, con el cambio de estación, tanto la danza como el bailarín eran cada vez más ligeros, como si fuesen desnudándose. El árbol sobre el escenario, por el contrario, se iba vistiendo.
Para hacer el cartel me ha inspirado la propia palabra niñika, y, por esta vez, me he quedado a gusto. Lo más difícil es que te quede algo simple.
¿Ahí está es la clave de tu trabajo?
Eso es. No cargar. Un buen logo tiene que tener forma simple, plantear preguntas y permanecer en la mente de la gente, como si fuera una canción. Al mismo tiempo, tiene que ser abstracto y cuadrado. No siempre es fácil lograr encajar en ese límite, sobre todo cuando el cliente elige cosas que a mí no me gustan.
Los concursos de carteles son una experiencia bonita, que sirve para darse a conocer. Pero, no se puede vivir de participar en concursos de carteles. No quiero decir que me mueva el dinero, pero la gente no se da cuenta cuánto tiempo se necesita para crear una cosa tan pequeña como un logo.
¿En tu ámbito también, como en el de la cultura, se da el fenómeno de ''usar y tirar''?
No se si es así de todo. Tal vez todavía tenemos algo de durabilidad. Yo quiero tirar por el grafismo artístico: le doy importancia a la estética, a la idea, a la identidad... Me encantan los objetos viejos y las cosas que tienen historia. Y quiero hacer ese tipo de cosas de ahora en adelante. Por eso me gusta trabajar con cosas rotas, con telas viejas... Aquí, en el taller de mi abuelo, estoy a gusto, porque esto sitio se parece a mí.
Pero, hay poco sitio para eso en este mundo en el que la imagen manda
¡Hay que hacerle sitio! Un ejemplo: quiero remodelar trajes tradicionales y darles mi toque, modernizándolos. Tienen esa necesidad, y tendrían que ser más visibles, al igual que los trajes de carnavales. Pero, quiero trabajar teniendo en cuanta la historia de los trajes, cuidando el mensaje y la estética de cada uno. Antes, tenían una estética impresionante. Pero, ya no se ve nada relacionado con la cultura vasca y con nuestra identidad. En respuesta a la pregunta anterior: hay poca durabilidad en el mundo visual, es verdad, pero está en nuestra manos cambiar eso.