Aurelia Arkotxa es profesora en la Universidad, investigadora en el centro de investigación IKER y miembro Euskaltzaindia. Es una conocida escritora, que hace poesía "por oficio". Además de trabajar en diversos ámbitos, reconoce la importancia de meditar y escribir en esta sociedad vertiginosa.
(Trascripción escrita de fragmentos seleccionados de la entrevista realizada en euskara.)
De profesión, soy profesora de universidad e investigadora y, al mismo tiempo, escritora. Aquí hablo únicamente como escritora. Escribo desde la niñez. Desde que se creó Mayo, he estado en el grupo del principio. En aquella época, escribí algunos textos en Mayo. Ha sido como una especie de lugar de ensayo.
En 1993 publiqué Atari ahantziak en Pamiela o, mejor dicho, la editorial me animó a ello. Más tarde, en 2001, publiqué Septentrio, sobre el Atlántico Norte, Ternua y otros cuentos cartográficos.
En los años siguientes, trabajé ese tema, introduciendo variaciones. En 2006 volví a escribir una parte en francés, que mi grupo de amigos de Bélgica Atelier du Herón han publicado.
En 2007, la editorial Alberdania me pidió que lo tradujera al castellano y así hice junto a mis dos traductoras Arantzazu Fernandez y Eli Tolaretxipi (que también es poeta). Me pareció muy interesante realizar ese trabajo entre esas variaciones y en diferentes idiomas.
Durante cinco años (del 2004 al 2009), escribo todos los viernes una crónica poética en el periódico Berria, en el apartado Maratila. Son poéticas a propósito, no son artículos periodísticos. En 2009 reuní todas las crónica del 2004 al 2008 en el libro Fragmentuak (de Utriusque Vasconiae). En septiembre de 2010 he comenzado nuevamente a escribir en Maratila, esta vez los miércoles.
Me interesa abrir una ventana dedicada a la poesía. La mayoría de las veces son reflexiones hechas sobre la marcha, alrededor de sitios. Doy vida a sitios, a personas y a animales. Hoy en día, precisamente, se hace al revés.
Me sitúo en una resistencia, sobre todo en la tradición, que cultivaron más los anglosajones (Thoreau) y los franceses. Viendo nuestro recorrido y ambiente, creo que es necesario cuidar estas pausas en el pensamiento poético: tomarse un descanso, pararse, meditar, para reflexionar en el fragmentado mundo actual lo que nos pasa.
Uno, en gran medida, la meditación al compromiso. En el campo vasco, uno de mis maestros ha sido Gabriel Aresti. Antes de Aresti, también fueron relevantes los textos comprometidos de Xabier Lete en la época franquista.
Mis escritos comprometidos son fundamentales. No creo en un texto que reconozca que no es comprometido. No se puede vivir fuera de la sociedad. Esta es mi forma de pensar: a través de la escritura, se le da importancia a los pasos, reparando en las cosas humildes, aquellas a las que nadie da valor.
No me gusta la palabra 'poesía'. Me repugna lo que a veces se hace con la poesía. Por eso precisamente me gustan las cosas técnicas, las que no tienen interés literario. Quitaría la propia palabra poesía. Utilizo las palabras narración o crónica. Me gusta escribir de la manera más simple. El escribir simple, sin embargo, no quiere decir que no esté trabajado.
En la niñez y en la juventud, escribía y pintaba. No podía estar sin hacerlo. Tras un trabajo intelectual, tengo que crear. Si no escribiera y pintase, me hubiera gustado ser oficial de la "compagnon". En mi familia han sido artesanos. He estado años yendo a aprender. He visto a mi padre trabajar la madera, a mi madre palpando la tela, y todo ese ambiente ha sido fundamental para mí.
No hay gran diferencia entre el arte y la artesanía. Todo en lo que trabajo es arte. En euskera, al artesano se le dice oficial. En la sociedad de hoy en día, se hacen muchas divisiones y desprecios sociales. No vamos a poder seguir así mucho tiempo. Por lo tanto, yo hago poesía somo un oficial.
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