De lo oral a lo escrito
La gran mayoría de los bertsolaris de finales del siglo XVIII, siglo XIX y principios del siglo XX eran gente humilde que no sabían ni leer ni escribir. No obstante, algunos de sus bertsos han permanecido en la memoria colectiva.
Hubo una época en la que, por iniciativa de personas cultas, algunas improvisaciones en torno al amor, la naturaleza, la familia o el país fueron copiadas por alguien que sabía escribir..
Los manuscritos se vendían en los porches de las iglesias o se depositaban delante de la puerta de los caseríos. Más tarde, los bertsos se imprimieron en hojas sueltas y se difundieron en los lugares públicos, a veces por el improvisador mismo, o más frecuentemente, por « un profesional » que recorría los pueblos y los cantaba de viva voz, para venderlos más fácilmente.
Gracias a esas hojas, algunos bertsolaris no cayeron en el olvido. Esta tradición se perpetuó durante mucho tiempo, pues Félix Iriarte de Banca empleó este método para difundir sus bertsos titulados "Hitlerren amentsa"("El sueño de Hitler") en 1946.
Cuando, al final de siglo XIX y principios del XX, hicieron su aparición los primeros periódicos y revistas, algunos aceptaron o incluso propusieron la publicación de bertsos. Con ello, las « cuartillas » desaparecieron poco a poco. Hubo incluso una revista semanal especializada "Bertsulariya" (« el versificador ») que publicó durante un año (1931-1932) bertsos y biografías de bersolaris. El conjunto de esos números se han reunido en forma de libro y publicado en Edición "Sendoa".
Actualmente la revista "Argia", los periódicos "Herria", "Berria",y otros más, publican regularmente artículos amenizados con numerosos bertsos.
Los bertsos están presentes también en el web. Muchos han sido digitalizados.
Por ejemplo, encontraremos numerosas improvisaciones en el sitio www.armiarma.com/urkiza.