Mascaradas
Las mascaradas de Zuberoa son rituales espectaculares en los que se observan la función social, la herencia simbólica y las maravillosas danzas de los carnavales.
Cada año, los jóvenes de una población adquieren la responsabilidad de preparar y llevar las mascaradas al resto de localidades. No es fácil la decisión, pues la mayoría son pequeñas aldeas y, para hacer frente a tamaño desafío, casi todos los jóvenes del pueblo tienen que asumir alguna tarea. Se necesitan bailarines experimentados, cantantes de voz dulce, brabucones dispuestos para la mofa y el jaleo, interpretes teatrales provocadores y versados en declamación, y también músicos.
En los últimos años, las mascaradas suelen celebrarse desde el segundo o tercer fin de semana de enero hasta el domingo de Pascua. El grupo de participantes de la mascarada llega el domingo por la mañana a su correspondiente pueblo. Les recibe una barricada simbólica. Tras bailar y cantar, tienen derecho a gozar del primer aperitivo. Barricadas, bailes, cantos, tragos y bocados se repiten de barrio en barrio durante toda la mañana.
Los participantes de la mascarada conforman una colorida y ruidosa comparsa. “Los rojos” (gorriak) son grandes bailarines. “Los negros” (beltzak) son salvajes, provocadores y bulliciosos. “Los afiladores” (txorrotxak) cantan a dos voces haciendo las veces de presentadores y cronistas. Los kauterak (gitanos caldereros) y buhameak (gitanos bohemiens) utilizan su irreverente elocuencia para arrancar sonrisas y hacer crítica social. Los cinco aitzindariak instruidos en la depurada técnica de baile de Zuberoa (zamaltzaina, txerreroa, kantinersa, gathuzaina y entseinaria) demuestran sus excelentes dotes para el baile. Los bailarines suletinos bailan los dantza-jauziak (danzas de saltos) con pasos medidos y acariciando la tierra, pero desafían a la gravedad en barricadas, gavotas, branles y baile del vaso (godalet-dantza). Cuando ejecutan pasos como el frijat o el antritxat se despegan de la tierra, pero no los bailan mirando al cielo. Como en la mayoría de danzas tradicionales de la Europa occidental, los suletinos bailan unidos a la tierra. Al saltar, ascienden lo más alto posible, pero imprimen también fuerza en la bajada. La pequeña flauta denominada txirula, el ttun-ttun o salterio, el tambor y el violin marcan los puntos en los que los pies aterrizan en el suelo.